La lanzadora de martillo demuestra ser mucho más que una deportista olímpica. A fin de mes presenta su libro para chicos en el que transmite su lucha contra el maltrato que sufrió en la escuela y habla de su ayuda social.
Otro deportista, en su caso, estaría golpeado, quizá hasta devastado, luego de lo que le sucediera a ella en los últimos dos Juegos. Lanzadora de martillo, la mejor del país, con sueños de llegar a una final olímpica, Jennifer Dahlgren tuvo 5 nulos en 6 lanzamientos y en el único válido llegó a los 63 metros (en Río), lejos de los 70, la marca que buscaba. Desilusión, decepción, tal vez fracaso, se lo puede llamar de muchas formas. Sin embargo, esta mujer de 32 años se lo toma con otra filosofía de vida. “Está claro que fue un mal desempeño, que no era lo que quería, pero es distinto a lo de Londres. Aquella vez llegué muy presionada y el miedo me paralizó. En Río arriesgué porque no venía tirando 70m y era lo que necesitaba para llegar a la final. Me sentí muy bien, incluso en los lanzamientos, pero quedaron en la jaula y lo que vale es que en la hoja dice nulos... El deporte de marcas es crudo, son tres tiros, de 3 segundos cada uno y en 9 segundos terminó tu participación... Lo de 2012 me golpeó, sí, pero aprendí y hoy siento que soy mucho más que un resultado malo. O que uno bueno”, analiza con una madurez adquirida tras 18 años de trayectoria.
Jenny lo dice, además, porque pasa por una etapa especial de su vida, de reflexión, de animarse y expresar lo que tiene dentro desde las formas más diversas. Ecléctica y curiosa, Dahlgren posee muchos hobbies: toca la guitarra, modela arcilla, pinta, cocina, teje y practica otros deportes de forma amateur, como golf y judo. “Son mi cable a tierra, me desenchufan de mi parte profesional. Estoy todo el día haciendo fuerza, entrenando, y hacer manualidades o incursionar en el arte me hacen desconectar y, a la vez, entrenar mi cerebro”, dice, lúcida. Pero, desde hace meses, Jenny empezó a ir más allá y dio rienda suelta a su pasión por escribir. “Yo estudié literatura y siempre quise hacerlo. Un día me levanté, se me formó un cuento en la mente y lo trasladé al papel. Luego, tímidamente, se lo mostré a distintas personas, fui a editoriales y, luego de varios consejos, ese cuento se transformó en cinco y en un libro que voy a presentar el 28 de este mes en el Shopping Abasto”, dice, feliz.
El Martillo Volador incluye cuentos que tienen como protagonistas a deportes olímpicos como el judo, el hóckey, la esgrima y el remo. “La idea es difundir los valores de cada uno y, a la vez, fomentar los deportes amateurs. Argentina necesita un cambio cultural para que más chicos participen del olimpismo y eso debe ser de raíz, desde la educación. Y qué mejor que desde un cuento, ese momento único de conexión entre un padre y su hijo”, analiza Jenny, que al final de cada cuento incluyó una ficha técnica que explica cada deporte y una foto de un referente para que los chicos los tomen como héroe, pero siempre bajado a la realidad, ídolo real con problemas”, explica la lanzadora.
El proceso no fue sencillo para Jenny. Más que nada por el contenido que eligió. “El primer cuento es autobiográfico, habla de una chica grandota, cuyo cuerpo era muy bueno para el atletismo pero que, en el colegio, era víctima de burla constante. No fue un proceso sencillo de atravesar. Gorda era lo menos que me decían. Pensá que a mis compañeros me prendieron fuego un zapato mientras lo tenía puesto…”, describe con crudeza.
-Imagino que, para procesarlo y volcarlo, debiste atravesar un arduo viaje a tu interior que habrá incluido sufrimiento.
-Y sí, ni hablar. Me costó procesarlo, recién lo pude hablar hace dos años. Cuando decidí hacer el Body Issue no fue para mostrarme así sino porque quería hablar de esta situación, del tema de aceptar tu cuerpo. A mí me costó amigarme con mis dimensiones, pero lo hice y eso es clave. Y me gusta ser una especie de espejo que yo no tuve, no soy la única grandota con curvas… Quizás esas fotos, este cuento, les de coraje a otras chicas para hablar, para sentir que se puede, para que no acepten ni sufran el bullying… El otro día leía que una chica se suicidó en Esquel delante de sus compañeros por este maltrato, que muchos creen que es algo normal, que son joditas lógicas de la adolescencia, sin pensar que hacen mucho mal, hieren, marcan. Hay que tomar conciencia como sociedad. Esa es mi campaña y hacerla me llega al corazón.
No fue casualidad, entonces, que una oportunidad social le tocara la puerta hace poco. Se trata de la Huella Weber, un programa de sponsoreo que es mucho más que eso, que busca comprometer a que el deportista deje una marca en la sociedad. “Weber Saint Gobain llegó justo a mi vida. Es la primera empresa con acciones solidarias para deportistas, que te ayuda a que vos ayudes. Todavía no elegí a la institución, pero me gustaría colaborar en un espacio multicultural, una biblioteca de una escuela, algo así. Ya le estamos dando forma y me da orgullo participar y poder tener otro micrófono para poder transmitir lo que sueño”, cuenta.
Está claro que Jenny es más que un resultado.
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